Al sur de la Huesca medieval se
situaba el primer crecimiento extramuros. En esos terrenos, las edificaciones convivían
con las huertas que abastecieron a la ciudad durante varios siglos. La zona, sufrió
un intenso proceso de densificación durante los siglos XVII y XVIII y las huertas fueron desapareciendo
progresivamente. No será hasta mediados del siglo XX que la Plaza San Antonio
aparezca como la conocemos, pero no como espacio público sino ocupado por el mercado central de la época.
Este edificio tendrá distintos usos y, una vez derribado a comienzos del silgo
XXI, el solar resultante hará las veces
de aparcamiento en superficie.
En contacto con el casco histórico
y con uno de los primeros ensanches del siglo XX, la Plaza de San Antonio nació
como una frontera entre los dos mundos. Estamos ante un entorno en el que
conviven escalas urbanas diversas y delimitado por calles de muy distinta
condición.
El año 2010 el ayuntamiento de
Huesca arranca el proceso de peatonalización de la ciudad con el objetivo
principal de devolver el protagonismo de la calle al peatón, limitando el uso
de vehículos particulares y eliminando el aparcamiento en superficie. Como
primera fase y etapa obligada se plantea la construcción de un parking
subterráneo capaz de asumir el estacionamiento de todos los vehículos que,
hasta la fecha, aparcaban en superficie. Al mismo tiempo, la cubierta de este
nuevo equipamiento estaba llamada a convertirse en la plaza-vestíbulo del
futuro centro peatonal.
La plaza San Antonio es elegida por el
ayuntamiento como el espacio adecuado para ubicar el aparcamiento por su condición
de solar en aquel momento y por su situación en el entramado urbano oscense. El
plano sobre el mismo adquirirá por tanto la condición de espacio público
peatonal de la que nunca había disfrutado. Al mismo tiempo la operación
cumplirá un doble objetivo a nivel urbano, por un lado ayudará a coser las
distintas tramas urbanas y sociales que la circundan y por otro, se diseñará una plaza equipada, con espacios
para el juego, el descanso, las actividades culturales y de relación ciudadana.
La construcción de la nueva plaza
San Antonio nace de una voluntad de integración activa en su contexto.
Incorpora como base de su diseño las trazas de las calles que la delimitan así
como los elementos emergentes del aparcamiento. Sobre la retícula que dibujan
todos ellos, un segundo orden reconoce los flujos peatonales y la pendiente natural.
Finalmente, en base a este tablero recién dibujado, los elementos que componen
el equipamiento se disponen delimitando el espacio central.
Estas construcciones que pueblan
la nueva plaza están específicamente diseñadas y situadas pensando en el uso
para el están destinadas. Así la pérgola pensada para los mercadillos se sitúa
en continuación de la calle Caspe, la zona de juegos de niños abraza la caseta
norte del parking haciéndola desaparecer con su abrazo, se disponen dos zonas
de asiento, una soleada y otra en sombra, preparadas una para cada estación y
la vegetación perimetral se erige en telón verde de fondo para todos ellos. Todas
las piezas se visten con los mismos materiales y comparten una geometría
animada de cubiertas plegadas que garantizan la coherencia del conjunto y la construcción
de una identidad propia.
Este nuevo espacio urbano ha
resuelto con solvencia su doble
condición de puerta sur de acceso al centro peatonal pero también de
articulación entre la Huesca histórica y la contemporánea. Inserta en una trama
compleja, la Plaza San Antonio se ha convertido en nuevo escenario para el
paseo y la convivencia.